Cuando restauramos el arte o un bien histórico no sólo preservamos un objeto, preservamos la memoria de aquello que lo hizo importante.

Cuando restauramos, vivimos la magia de reencontrarnos con su belleza original y aquella que marcó el tiempo.

Por eso cuando restauramos, nuestro trabajo acaba con la emoción que nos devuelven nuestros clientes.

Alicia Zamora

Nana Jiménez